Spamalot: una comedia como la tabla, redonda


La corte de Camelot se ha trasladado a la Gran Vía madrileña desde el Paralelo barcelonés disfrazada de musical: «Spamalot»; un ingenioso y tremendamente divertido espectáculo creado en su día por el grupo británico Monty Python a partir de su película «Los caballeros de la mesa cuadrada», y aquí reconvertido por Tricicle. El trío catalán ha hecho una muy inteligente adaptación -nada sencilla, ya que hay en el original muchas referencias locales y abundantes juegos de palabras de complicada traducción- y colorea el humor de los Monty Python con sutiles pero reconocibles aportaciones propias.
«Spamalot» es, sobre todo, una fiesta, una trepidante y jocosa función llena de diálogos disparatados, gags, chistes, situaciones absurdas, música sencilla, pegadiza y pinturera; agudeza y chispa. La travesía del Rey Arturo -y de su inseparable e indestructible Patsy- en busca de «hombres con buena onda para entrar en mi gran mesa redonda» es la excusa para este musical que al tiempo que aprovecha las convenciones del género se ríe sin tapujos de éste.
El fiero y despiadado Lancelot; Robin, un medroso bailarín alérgico a las luchas; Bevedere, creador de planes alternativos; el primero sindicalista y después apuesto Denis Galahad; la casi siempre encantadora Dama del Lago, el afeminado Herbert... Son los personajes que acompañan a Arturo en su búsqueda del Santo Grial encomendada por Dios (a quien no pone voz el anunciado Joaquín Sabina, sino el Gran Wyoming).
Buena parte del éxito del espectáculo es su reparto (varios de los actores se desdoblan en distintos personajes), con mención especial para Jordi Bosch, un impagable y preciso Arturo, al que acompañan, todos merecedores de sobresaliente y hasta matrícula de honor, Dulcinea Juárez, Fernando Gil, Ignasi Vidal, Julián Fontalvo, Víctor Ullate Roche, Josep Maria Gimeno y Jesús García.

ABC, 13-IX-2009

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