Marta Ribera


«Es una de las grandes intérpretes de nuestro teatro musical, que otorga relevancia a un papel habitualmente gris (aunque lo estrenó la mítica Lotte Lenya); algunas de sus intervenciones son conmovedoras». Son palabras que escribí en mi crítica en ABC del musical «Cabaret». Me refería a Marta Ribera, a quien quiero dedicar esta entrada. No es la primera vez que hablo en este blog de ella, y estoy seguro de que no será la última.

Tengo un cariño muy especial por Marta desde hace muchos años. Primero la admiré, luego la conocí y finalmente me encariñé. El afecto y la amistad, por tanto, no exaltan mi juicio sobre ella. Y puedo decir que pocas artistas he visto, en nuestro teatro musical, con su personalidad, carisma, entrega y talento. Marta es camaleónica, sensible dúctil, flexible, entregada, profunda. Canta, baila, interpreta... Todo lo hace bien. Es una artista sobresaliente. Pero me interesa todavía más el ser humano, porque es una mujer entrañable, dulce, generosa, simpática, bondadosa... 

Y terriblemente insegura. No sé, supongo que esto ha sido un obstáculo a la hora de desarrollar una carrera llena de éxitos -y ahí están los títulos en los que ha participado-, pero que a mí (y seguro que a más de uno de los que estáis leyendo estas líneas) se me antoja inferior a sus merecimientos.

Marta encarnó a Sally Bowles en la gira de la magnífica producción de «Cabaret» que se presentó en España hace unos años. En la que se ve actualmente en el teatro Rialto de Madrid interpreta a Frau Schneider, la dueña de la pensión en la que se aloja Cliff Bradshaw. Los productores la prefirieron para este papel aunque es una mujer mucho más joven que su personaje. Y Marta demuestra una vez más que es cierto el tópico de que no hay papel pequeño. Marta le da a Frau Schneider una luz extraordinaria y reveladora. Posee la ternura y la firmeza que le pide el personaje, su sabiduría. Sus canciones, irrelevantes en otros montajes, cobran relieve con su conmovedora y convincente interpretación. Sus escenas son todo un regalo.

Marta es hoy en día un lujo para nuestro teatro musical, y espero verla sobre el escenario (y ojalá que en la televisión y el cine) en muchas más ocasiones. Y deseo verla feliz.   

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