«Miguel de Molina al desnudo», de Ángel Ruiz


Miguel de Molina es una figura imprescindible de la historia de la copla y la canción española; es, además, un artista de leyenda (que la película «Las cosas del querer», lejanamente inspirada en su vida) que tuvo que exiliarse a principios de los cuarenta por razones políticas y sexuales (era «rojo y maricón», según la terminología oficial de la época): en 1942, después de una actuación en el teatro Pavón de Madrid, tres individuos -entre ellos el conde de Mayalde, futuro alcalde de Madrid, se lo llevaron en un coche y le propinaron una brutal paliza. El artista siempre la atribuyó a su condición sexual, aunque hay quien sostiene que detrás de la agresión había en realidad una vendetta, ya que Miguel de Molina, uno de los artistas más cotizados de la época, había firmado dos contratos para actuar en las mismas fechas en Madrid y en Valencia, y el empresario del teatro de esta ciudad, al que había dejado colgado, se habría vengado de esa manera tan drástica y feroz.

Se non è vero, è ben trovato, dicen los italianos. Mito o realidad, el episodio acrecienta la leyenda de un artista sin duda extraordinario y de vida novelesca; no es extraño que Ángel Ruiz haya querido rendirle homenaje con un espléndido espectáculo que estrenó el pasado mes en Málaga y que acaba de llegar a Madrid (al teatro Infanta Isabel, donde por razones que desconozco estará en cartel únicamente los martes).

Ángel Ruiz es profesor de canto en la escuela Laboratorio de la voz, montada por el televisivo Jorge Javier Vázquez, que ha dado el salto a la producción teatral con este espectáculo. El estreno, por ello, fue singular, con gente en el patio de butacas muy poco habituados a estar en un teatro y en algún caso, según me cuentan, con actitudes muy maleducadas. Bueno, según me cuentan, y según ví, porque el espectáculo empezó casi media hora tarde porque los habitantes de los platós estaban haciéndose fotos y saludándose en el patio de butacas, sin importarles que el resto del público estuviera ya sentado.

Pero lo importante estaba (y está cada martes) en el escenario. El espectáculo, un monólogo salpicado con algunas canciones que popularizó el artista malagueño, que ha escrito por el propio Ángel Ruiz, se titula «Miguel de Molina al desnudo», y lo ha dirigido Juan Carlos Rubio. El excepcional César Belda acompaña al piano. Está basado, sobre todo, en la autobiografía del cantante, «Botín de guerra», y en una reveladora y excelente entrevista que Carlos Herrera le hizo en 1990 a Miguel de Molina en Buenos Aires, y que recomiendo vivamente (aquí os dejo el enlace de youtube). Planteado como una ficticia rueda de prensa, en ella Miguel de Molina se sincera, y aclara o rebate muchos rumores vertidos sobre él a lo largo de los años. El texto, simple en su forma de narrar la historia, es divertido, ingenioso, tiene momentos emocionantes, y Juan Carlos Rubio le otorga al espectáculo ritmo y color, con el añadido de convertir una de las narraciones en una película en blanco y negro donde aparece el productor del espectáculo (amén de Kiti Mánver y Daniel Muriel).

El gran activo de «Miguel de Molina al desnudo» es, sin embargo, su protagonista. Ángel Ruiz es un artista afilado, además de un magnífico cantante. Tiene desparpajo, adquirido durante sus años en QuesQuisPas, y mezcla a la perfección en la paleta de su Miguel de Molina acentos cabareteros y folclóricos, dándole brillo y tersura. Ha estudiado muy bien a su personaje y realiza un trabajo de aproximación vocal verdaderamente notable. Miguel de Molina se merecía volver a los escenarios españoles de esta manera.

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