«Testosterona», con Miguel Ángel Solá y Paula Cancio


El despacho del director de un gran periódico es el escenario en el que transcurre «Testosterona», una obra de la mexicana Sabina Berman que, bajo la dirección de Fernando Bernués, interpretan Miguel Ángel Solá y Paula Cancio. Los dos actores interpretan, respectivamente, a Antonio, el director del periódico, y Miky, la joven subdirectora del rotativo que fue, años atrás, su alumna preferida. Es el día de Nochebuena, y antes de marcharse de vacaciones él tiene una propuesta que hacerle a ella: va a dejar la dirección, y ha de nombrar a su sucesor; Miky es una de las candidatas.


Sabina Berman traza una historia de amor, cariño y deseo soterrados durante muchos años y que en esta noche de revelaciones explota. Es también una historia de ambición, de tácticas, de lecciones, de traiciones, de sorpresas... Es la historia de un hombre y una mujer, también la de un maestro y su alumna, también la de un jefe y su empleada: a lo largo de la conversación entre ambos los dos personajes van asumiendo alternativamente esos roles, y van revelando sus verdades y sus mentiras, sus grandezas y sus miserias. En el haber del texto, la sinuosa historia que se va enredando hasta llegar al final abierto, que deja a la imaginación de cada espectador; al fin y al cabo, la misión del teatro debe ser plantear preguntas. En el debe de «Testosterona», por contra, reacciones incoherentes de los dos ante determinadas situaciones y poca claridad en otras, que suenan desafinadas o artificiales, y que hacen que en algún momento cojee la función.


El espectáculo, sencillo, limpio, con escasos elementos escenográficos, cede todo el terreno a la interpretación. Fernando Bernués sabe que ésta es una función de actores, que su fuerza está en ellos, y ha colocado el foco sobre los dos intérpretes. No podía ser menos cuando se cuenta con un actor de la talla de Miguel Ángel Solá, poseedor de una insólita y deslumbrante naturalidad,  capaz de llenar todas las rendijas de su personaje con matices diferentes, y de dibujarlo con precisas y minuciosas pinceladas llenas siempre de calidad. Cada gesto, cada inflexión, resulta una lección de interpretación. La joven Paula Cancio debuta en el teatro con esta pieza, y más que acobardarse ante el tamaño actoral de su compañero parece contagiarse de su talento y le da a su Miky energía y limpieza suficientes como para sacar un notable en su primera experiencia. 

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