Concha Velasco
Nunca he sido fan de Concha Velasco. Le reconozco un talento extraordinario, una fabulosa capacidad de comunicación y una presencia escénica que es patrimonio de muy pocos actores. Pero algo me ha distanciado siempre de ella. No la conocía, y el otro día tuve la oportunidad de entrevistarla en su camerino del teatro de La Latina, el mismo cuarto que Lina Morgan convirtió durante años en su santuario. El jueves, el día de la entrevista –que compartí, como he hecho en varias ocasiones, con mi amiga Rosana Torres, de El país–, todavía no había terminado de convertir Concha Velasco ese rincón en el hogar que será durante al menos una temporada (eso es lo que esperan los productores y los responsables de La vida por delante), pero había ya elementos, como un cojín con el cartel de la obra, que delataban el carácter algo sagrado de ese espacio.
Concha Velasco ofrece a menudo una imagen frívola de sí misma, pero en los algo menos de 30 minutos de conversación se mostró como una mujer inteligente, cercana, sincera, abierta... Una mujer a la que el personaje de Madame Rosa, la vieja y enferma ex prostituta judía que protagoniza La vida por delante, ha transformado. "Los papeles no se eligen porque sí", me dijo mirándome fijamente... A Concha Velasco no le gusta ver su imagen de hace años –«¡era tan mona!», exclamó entre risas–, pero ha aprendido ya a aceptar su edad y el implacable deterioro que provoca el tiempo (con ella ha sido muy benévolo, porque sigue siendo una mujer muy bella, con una gran vitalidad y un brillo de juventud en la mirada). «Estoy estudiando –confesó– para ser vieja y para morirme». Una frase que choca en una mujer que siempre ha sido bullidora, una tintineante campanilla...
Es Concha Velasco, además, una actriz capaz de admirar (y de envidiar) a las grandes actrices que le rodean, una actriz a la que la memoria le permite recordar que no siempre cualquier tiempo pasado fue peor, a la que le han dejado huella y poso los grandes nombres del teatro español; una mujer que no tiene miedo a decir que el teatro alternativo es eso, alternativo, y que salta como un resorte cuando José María Pou admite, tras una pregunta de la ya citada Rosana, que sí, que quiere hacer un musical en La Latina. «Pues ya no me retiro –tercia Concha–; porque ¿contarás conmigo, no?»
En apenas media hora, Concha Velasco me ha conquistado. ¿Será que soy un hombre fácil?
Entrevista en
http://www.abc.es/20100910/cultura/estoy-estudiando-para-vieja-20100910.html
Es cierto que a veces ofrece una imagen distante y algo presuntuosa, pero yo siempre he sospechado que detrás de esa fachada se escondía una mujer frágil y tremendamente sensible.
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