““Cinco horas con Mario” es una vomitona, una catarsis”

Entrevista a Natalia Millán


Ya ha empezado Natalia Millán a vivir noches de insomnio pensando en la noche del próximo jueves. Ese día se enfrentará al que ella define como su mayor reto interpretativo: la Carmen Sotillo de “Cinco horas con Mario”, la adaptación de la novela de Miguel Delibes, que vuelve a las tablas con la actriz madrileña como protagonista. Un monólogo que Natalia Millán describe como “una vomitona, una catarsis”.
-¿Se ha arrepentido en algún momento de haber aceptado interpretar esta función?
-No, no… He tenido momentos de insomnio, de pánico, de terror; pero arrepentirme no, porque poder participar en este proyecto y abordar este papel es un privilegio.
-Lola Herrera decía hace un tiempo que era un texto endiabladamente difícil de memorizar, porque va y vuelve constantemente…
-La gente se asombra de cómo podemos aprendernos los textos; no con esta obra, que es un monólogo, con todas. Pero no es lo más difícil en el trabajo de un actor, ni mucho menos. Es el primer paso, lo básico. Pero es verdad que en este caso, en el que tampoco es ni de lejos lo más difícil, porque luego queda darle carne al personaje, aprenderse ese texto ha sido una cosa dificilísima. Me ha costado mucho. Ha sido duro, pero todas las cosas importantes de la vida son exigentes.
-Carmen Sotillo es una mujer muy reconocible. ¿Dónde ha buscado las referencias para la composición del personaje?
-En la forma de hablar me llevaba a mi abuela; no conviví mucho tiempo con ella, porque murió cuando yo era jovencita, pero sí reconocía esa manera suya de hablar. Y sí había referentes, aunque no muy directos, en mi familia. Una amiga de mi madre, una vecina… El personaje me suscitaba recuerdos de mujeres que yo conocía. Pero no tenía referencias de muy primera mano, y eso me ha complicado la comprensión de la mentalidad de Carmen.
-¿Es más lejana de lo que parece?
-Aparentemente sí; dice cosas que pueden sonar, por utilizar una palabra que ella suele usar mucho, muy estrambóticas, pero luego te pones a pensar y en algunos sentidos no se aleja tanto de la actualidad. En una primera lectura sí, pero no está tan lejos.
-La prosa de Delibes debe de ser un magnífico sustento.
-Es una maravilla. Al tiempo, aumenta las dificultades. Ese bucle del que hablábamos antes, esas idas y venidas, esas ideas que van apareciendo a lo largo del texto, dichas de forma parecida pero nunca igual, lo que hace que te puedas desviar del camino; todas esas frases hechas, como el “Fíjate, qué me vas a decir a mí”, que parece que no aportan nada, pero que no son tan banales ni son huecas… Eso se va descubriendo con las sucesivas lecturas. Pero el verbo de Delibes es tan grande… Es una suerte poder hacer mías las palabras de un grande como Delibes es una maravilla.
-El trabajo físico también debe de ser particular, y muy distinto del que tenía que hacer en “Chicago”, su anterior espectáculo teatral.
-Todo es distinto: el sitio, la época, la mentalidad, la forma teatral… De estar arropadísima por un gran elenco a estar, aparentemente, sola ante el peligro… Aunque no es tanto, porque me siento muy arropada. Carmen tiene algo, sin embargo, muy teatral. Dentro de esas intimidad de estar conversando a solas con su difunto marido existe una actitud muy exhibicionista. Por un lado, encontramos la soledad de una mujer que se controla mucho, que cuida mucho sus formas y se preocupa del qué dirán. Pero en ese momento, de una profundísima intimidad, ella le habla como si estuviera vivo, aunque para ella es liberador el saber que no le está escuchando, y le permite expresar cosas que no ha expresado nunca y con una libertad que no se ha permitido jamás.
-¿Le ha costado comprenderla?
-Sí, pero es apasionante. Corría el riesgo de juzgarla, pero es algo que no me he permitido. Intento comprender las cosas que dice, a veces muy disparatadas... Carmen es una mujer con una ideología y unos principios muy cerrados, y es poco tolerante hacia los demás; pero hay algo que bulle dentro de ella muy intenso, y es que es una mujer con una gran sensualidad muy reprimida. Es uno de sus rasgos más marcados. Delibes dibuja muy bien todo ese terreno de lo pasional, y yo reconozco ahí mi propia sensualidad, aunque afortunadamente no está reprimida como la de Carmen.


Un hito teatral
El productor José Sámano fue el impulsor, hace más de treinta años, de la versión teatral de “Cinco horas con Mario”. El 26 de noviembre de 1979 se estrenó en el teatro Marquina de Madrid, con Lola Herrera como protagonista y la dirección de Josefina Molina. Productor y directora son también los responsables de esta nueva puesta en escena, que ya empezó a gestarse en vida de Miguel Delibes. “Cinco horas con Mario”, dice Sámano, “se ha convertido en un clásico contemporáneo y su protagonista, Carmen Sotillo, en un gran personaje teatral”. Tras su estreno en Valladolid, la producción girará y llegará a finales de 2010 o principios de 2011 al teatro Reina Victoria de Madrid.

Entrevista publicada en ABC, 26-IX-2010

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