Juan José Otegui
Llevo varios días sin dar de comer al blog y lo tengo hambriento. Mi idea es que los comentarios sean monográficos, así que me guardo varios en el bolsillo y voy a dedicar éste a uno de esos actores a los que los periodistas calificamos como “entrañables”: Juan José Otegui. Ha decidido -por motivos personales que dice que no va a revelar- dejar los escenarios. Su último trabajo teatral es “La marquesa de O”, una obra de Heinrich von Kleis que representa ahora en el Bellas Artes de Madrid. Sólo por verle merece la pena ver la función. Su voz rugosa y tonante, su precisión en el tono, su mirada vencida, son una delicia en una obra entretenida e interesante. Otegui es un personaje querido dentro de la profesión, que en estos últimos años ha dejado huella con títulos como “Defensa de dama”, “El precio” o “Visitando al señor Green”. Hablé con él unos días antes del estreno y encontré a un hombre sencillo, satisfecho por el trabajo realizado y que habla con afecto y agradecimiento del teatro. Cuando le pregunté cómo había decidido ser actor -su primera vocación era el fútbol-, se rió: “Fue algo muy frívolo”, dijo. “Yo estudiaba Derecho en la Universidad de Oviedo y un día el director del TEU se acercó y me dijo que me había oído en una entrevista en la radio universitaria, que le había gustado mi voz y que quería que participara en una lectura. Para mí el teatro entonces era un edificio. Me convenció e hice un papelito, no se me olvida, en «Luz de gas», de Hamilton. Yo hacía el policía que llega al final y decía: “Queda usted detenido”. Al día siguiente, en el patio de la Universidad, noté que las chicas de Filosofía, que hasta entonces ni me saludaban, se acercaban a mí porque me habían visto en aquella lectura. Y me dije: «Con esto se liga». Esa fue mi entrada en el teatro”. Fueron dos catedráticos quienes terminaron de convencerle cuando, después de verle en una obra, le dijeron: “Si usted dijera el cheque de Mercantil como ha dicho el parlamento en la obra, le aprobábamos. Tiene usted que dedicarse al teatro”. Y lo hizo. Afortunadamente.
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