Angelina o el honor de un brigadier


"Angelina o el honor de un brigadier" está llenando estos días la sala verde de los teatros del Canal. Eso quiere decir que Juan Carlos Pérez de la Fuente tiene razón y que Jardiel Poncela está vivo. Ayer domingo, en una tarde desapacible de lluvia y frío en Madrid, los personajes ideados por el dramaturgo madrileño volvieron a cobrar vida en un divertidísimo montaje e hicieron reir con su drama -lo que pasa sobre el escenario es muy serio- al público. Chete Lera, Soledad Mallol, Jacobo Dicenta, Carolina Lapausa, Luis Perezagua, Zorión Eguileor, Carmen Arévalo, Daniel Huarte, Paco Blázquez, Samuel Señas, Ana del Arco y Sara Rivero (más las voces de Carles Canut y María Teresa Campos) son quienes dan carne (en su punto, ni cruda ni demasiado hecha) al texto de Jardiel, lleno de versos ingeniosos, de dobleces, de ángulos agudos que pinchan a los espectadores; lleno, también, de una sal fina que hace el plato especialmente sabroso. Lo ha cocinado Pérez de la Fuente con una puesta en escena que admira, más que respeta, el texto; que está llena de detalles, de hallazgos -la escena del cementerio es una auténtica genialidad-, de subrayados, que huye de la grandilocuencia para centrarse en el cogollo del texto y de la trama. Con una escenografía, que firma él mismo, plagada también de pequeños detalles, hermosa y justa, con la que rinde homenaje a un teatro artesanal, casi de juguete. Con un vestuario, realizado por Javier Artiñano, deslumbrante y hermoso. Es éste un montaje añorante, pero de una frescura, una claridad y una modernidad indiscutibles. Jardiel, supongo, estaría satisfecho. Y se reiría, eso seguro.
Foto: Chicho

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