Cordón umbilical
A Daniel de Vicente lo conocí hace algo más de dos años, si no recuerdo mal; trabajaba en Publiescena, una agencia de prensa especializada en la promoción de obras de teatro y con él trabajaba a menudo. Sabía que estudiaba Periodismo, pero no conocía entonces sus aspiraciones literarias. Es muy joven: nació en 1990, y ha publicado ya un libro de relatos y una obra de teatro que, además, se estrenó hace unas semanas. Es lo que se llama un autor precoz. No pude ver su obra, «Cordón umbilical», en la sala Triángulo, pero he tenido oportunidad de verla en el Lara (bastante lleno el domingo por la tarde), dirigida por él mismo; me consta que ponerla en pie le ha supuesto un gran esfuerzo.
«Cordón umbilical» es una obra de historias cruzadas; historias de hoy con personajes de hoy, arañados por el paso del tiempo y los planes por cumplir. Atrapados en sus pequeñas mentiras, en las apariencias, en los silencios. Todos los personajes salvo uno esconden un secreto que, en cierto modo, hace cojear sus vidas.
Montada con simplicidad (imagino que la convivencia con «Burundanga» obliga a situar los elementos escenográficos en línea y con el consiguiente abigarramiento), la función destila naturalidad en sus situaciones y en sus diálogos. El vino que beben los personajes en las distintas escenas es el hilo que las hilvana, y los actores (especialmente Alberto Delgado, cada vez más parecido a su padre, el gran Fernando Delgado; y Mónica Regueiro) sirven con eficacia sus papeles.
«Cordón umbilical» es una obra de historias cruzadas; historias de hoy con personajes de hoy, arañados por el paso del tiempo y los planes por cumplir. Atrapados en sus pequeñas mentiras, en las apariencias, en los silencios. Todos los personajes salvo uno esconden un secreto que, en cierto modo, hace cojear sus vidas.
Montada con simplicidad (imagino que la convivencia con «Burundanga» obliga a situar los elementos escenográficos en línea y con el consiguiente abigarramiento), la función destila naturalidad en sus situaciones y en sus diálogos. El vino que beben los personajes en las distintas escenas es el hilo que las hilvana, y los actores (especialmente Alberto Delgado, cada vez más parecido a su padre, el gran Fernando Delgado; y Mónica Regueiro) sirven con eficacia sus papeles.
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