Regreso

El 17 de abril tuve que hacer un inesperado mutis. Mi tensión me había jugado una mala pasada y me causó un ictus lacunar (es decir, un pequeño infarto cerebral), complicado con una diabetes, que me ha tenido en el camerino desde entonces. Publiqué dos entradas con motivo de las muertes de Juan Luis Galiardo y Gustavo Pérez Puig porque creí que se las debía. Me hubiera gustado también rendir homenaje a Sancho Gracia, a Tomás Gayo y Carlos Larrañaga, entre otros, pero apenas tuve trato con ellos y hubieran sido palabras tan huecas como cariñosas. En la medida de lo posible he tratado durante este tiempo de seguir yendo al teatro. «El inspector», de Gogol, dirigida por Miguel del Arco (un trabajo preciso y un divertidísimo espectáculo) fue la primera función a la que asistí, a finales de mayo. Ayer fui a ver «Enrique VIII», de Shakespeare, por Rakatá (un espectáculo limpio, interpretado con corrección, sobre un texto que me parece poco interesante). Y entre medias otros, como «Anfitrión» y «Orquesta de señoritas», dirigidas ambas por Juan Carlos Pérez de la Fuente; «Amigos hasta la muerte», de Javier Veiga; «La Pepa», de Sara Baras; «Follies», de Sondheim, dirigida por Mario Gas, la Compañía Nacional de Danza, el Ballet Nacional de España, la nueva versión de «La bella y la bestia», y alguna más que ahora no me trae la memoria.

He estado cerca de cinco meses de baja; ha sido una situación extraña, porque sin encontrarme mal sí he tenido que guardar reposo a causa de la medicación (cinco pastillas en el desayuno, otras dos en la comida y otras dos en la cena). He guardado una estricta dieta que me ha hecho perder cerca de veinte kilos (lo cual me preocupa porque me temo que ahora no lograré quitarme a las mujeres de encima). He ido al logopeda y al fisioterapeuta. He visitado a una neuróloga, a una endocrina, a un cardiólogo, a un oftalmólogo y a un nefrólogo. Y he hecho cosas tan impropias de mi como ir a nadar o al gimnasio. En fin, que mi vida ha cambiado. Tenía que ser así.

Hoy me han dado el alta. Y en estos momentos en que vuelvo a escena quiero dar las gracias a mucha gente. En primer lugar a mi madre, que se ha desvivido para atenderme con una generosidad y una entrega que nunca le podré agradecer lo bastante. A mis hermanos y mis sobrinos, que han estado siempre a mi lado. Al resto de mi familia. A mis amigos, tanto los cercanos como los que a través del móvil y a través de facebook y twitter me han dado su apoyo y su cariño. He descubierto que hay mucha, mucha gente que me aprecia y me quiere, y eso es impagable. Y quiero recordar dos momentos emocionantes. Cuando Julia Gómez Cora, en el escenario del Calderón de Valladolid, tras el estreno de «La bella y la bestia», me dio públicamente las gracias por apoyar al teatro musical desde el principio; y cuando Sara Baras, al concluir la función de «La Pepa», me expresó su cariño y admiración desde el escenario y bajó al patio de butacas para darme un abrazo. No lo olvidaré nunca. 

En fin, que vuelvo a escena de nuevo, con un horizonte totalmente nuevo y las pilas más cargadas que nunca por todo el afecto recibido. En realidad, regreso a mi privilegiada butaca con vistas. Confío en que sigáis acompañándome.

Comentarios

  1. . Te esperaba entre Bambalinas para ver como llegabas a la escena. Me alegro. Remedios.

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  2. D. Julio es un gran placer tenerle su compañía de nuevo escribiendo para todos nosotros, espero que esté totalmente recuperado y comentarle solamente que me alegro enormemente de su vuelta. Los homenajes a todos los ilustres que nos dejan son sin duda merecidos, pero nos llena más poder decirle a Vd. que estaremos aquí leyendole, aunque en ocasiones estemos en desacuerdo. Un afectuoso saludo.

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  3. Gracias, Remedios, espero verte pronto en escena y aplaudirte. Gracias Luciabuleria. Eres muy generosa. Besos a las dos

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