Los Miserables: primera parte
Tengo muchas cosas atrasadas de las que quiero hablar, pero no puedo dejar de contar hoy las muchas emociones que ha provocado en mi el concierto del XXV aniversario del estreno de Los miserables en el O2 de Londres. No hace ni veinticuatro horas que salía de ese acontecimiento temblando literalmente. Es uno de esos momentos en los que mi profesión me convierte en un privilegiado y me regala algo único. Vi por primera vez Los miserables en el Palace de Londres, con mi hermano Carlos, en la matinée de un sábado de octubre de 1988. Era entonces la gran sensación de la cartelera londinense, y yo fui sin saber apenas nada de la obra. La vimos en el gallinero, en una de las últimas filas, pero salí enamorado de aquel musical dramático, potente, conmovedor, con una música envolvente y apasionante. La vi después en Broadway, en Madrid, volví a verla en Londres con Julia Möller como Cosette... Y este fin de semana he hecho doblete junto con varios compañeros periodistas: el sábado la nueva producción en el Barbican Theatre y el domingo el concierto de aniversario.
No me gusta la palabra fan, y la he tenido que escuchar varias veces como definición de mi afición al musical. Pero reconozco que Los miserables despierta en mí una pasión quizás algo exagerada, hasta el punto de que tengo cerca de una veintena de versiones discográficas de la obra. He visto varias veces la grabación del concierto con el que se celebró el X aniversario de Los miserables en el Royal Albert Hall de Londres, y en cada ocasión me repetía el mismo pensamiento: ¡Cómo me gustaría haber estado ahí!
Pues bien, la fortuna me ha permitido ser parte del concierto del XXV aniversario y asistir a uno de los momentos que más me ha conmovido en mi vida de espectador: Colm Wilkinson, el Jean Valjean original, y uno de los cantantes a quien más admiro, se unió a Alfie Boe (el Valjean del concierto), Simon Bowman (el Valjean actual de la producción del Queen's Theatre, donde se representa ahora el musical, después de haber pasado por el Palace Theatre) y John Owen-Jones (el más que sobresaliente Valjean de la producción de las bodas de plata). Juntos interpretaron esa hermosa plegaria que es Bring him home, en medio de un arrebatado silencio. Para mí fue algo sobrecogedor...
Antes, el público del O2 (un sorprendente y monumental recinto, eso sí, alejadísimo del centro de Londres) había asistido a un magnífico concierto, a una fabulosa versión del musical que, como la celebración del X aniversario, se ofrecía semiescenificada. Tres pantallas gigantes custodiaban el escenario; la orquesta en un plano superior, y más elevado todavía el coro, vestido con camisetas azules, blancas y rojas y dispuestos para recordar la bandera francesa. Pinceladas escenográficas con remembranzas de las barricadas, y un túnel por el que los principales intérpretes hacían sus entradas. El momento más espectacular, el comienzo de la revolución. Las imponentes varas de luces bajaron, en un movimiento similar (un inteligente guiño) al de la formación de las barricadas en la producción original.
Lo mejor, como no podía ser de otra manera, las voces. Alfie Boe sirve con voz de tenor lírico la parte de Valjean, al que presta potencia y prestancia. Norm Lewis tiene un timbre cautivador, envolvente, y con el mordiente que necesita Javert. Poder escuchar a Lea Salonga (Fantine) es un lujo que hizo aún más especial la velada; no se puede ser más precisa, ni cantar con mayor gusto y expresividad. Una auténtica joya. Correcta Katie Hall (Cosette), más que notable Samantha Barks (Eponine), lo mismo que Jennie Garth (Mme. Thénardier). Sobresaliente, con matrícula de honor incluso, el poderoso Enjolras de Ramin Karimloo (el fantasma en Love never dies, la continuación de El fantasma de la Ópera), nota que comparte con Matt Lucas, un divertidísimo Thénardier. Nick Jonas (el gancho de las nuevas generaciones, se supone) estuvo a punto de naufragar en un par de ocasiones (vocalmente está a años luz de sus compañeros de reparto), pero supo llegar a puerto con una muy bonita versión de Empty chairs and Empty Tables. Y en el reparto, nuestro Gerónimo Rauch, que pudo retratarse con los cuatro Valjean antes citados.
Los regalos para el público no se limitaron a esa versión de Bring him home. Estuvo buena parte del reparto original -Michael Ball, Frances Ruffelle, Roger Allam, Alun Armstrong, Rebecca Caine...-, que cantó ese vibrante One day more; Y concluyó la velada con la entrada en el recinto de cientos de chavales que han participado en uno de los proyectos recientes de Cameron Mackintosh -que habló, claro, lo mismo que los autores del musical, Alain Boublil y Claude-Michel Schönberg-: las producciones escolares de Los miserables.
Perdonad la excesiva extensión de este post, pero hoy tenía ganas de contaros que estoy todavía muy emocionado, porque la del domingo fue una de esas noches que no se pueden olvidar.
No me gusta la palabra fan, y la he tenido que escuchar varias veces como definición de mi afición al musical. Pero reconozco que Los miserables despierta en mí una pasión quizás algo exagerada, hasta el punto de que tengo cerca de una veintena de versiones discográficas de la obra. He visto varias veces la grabación del concierto con el que se celebró el X aniversario de Los miserables en el Royal Albert Hall de Londres, y en cada ocasión me repetía el mismo pensamiento: ¡Cómo me gustaría haber estado ahí!
Pues bien, la fortuna me ha permitido ser parte del concierto del XXV aniversario y asistir a uno de los momentos que más me ha conmovido en mi vida de espectador: Colm Wilkinson, el Jean Valjean original, y uno de los cantantes a quien más admiro, se unió a Alfie Boe (el Valjean del concierto), Simon Bowman (el Valjean actual de la producción del Queen's Theatre, donde se representa ahora el musical, después de haber pasado por el Palace Theatre) y John Owen-Jones (el más que sobresaliente Valjean de la producción de las bodas de plata). Juntos interpretaron esa hermosa plegaria que es Bring him home, en medio de un arrebatado silencio. Para mí fue algo sobrecogedor...
Antes, el público del O2 (un sorprendente y monumental recinto, eso sí, alejadísimo del centro de Londres) había asistido a un magnífico concierto, a una fabulosa versión del musical que, como la celebración del X aniversario, se ofrecía semiescenificada. Tres pantallas gigantes custodiaban el escenario; la orquesta en un plano superior, y más elevado todavía el coro, vestido con camisetas azules, blancas y rojas y dispuestos para recordar la bandera francesa. Pinceladas escenográficas con remembranzas de las barricadas, y un túnel por el que los principales intérpretes hacían sus entradas. El momento más espectacular, el comienzo de la revolución. Las imponentes varas de luces bajaron, en un movimiento similar (un inteligente guiño) al de la formación de las barricadas en la producción original.
Lo mejor, como no podía ser de otra manera, las voces. Alfie Boe sirve con voz de tenor lírico la parte de Valjean, al que presta potencia y prestancia. Norm Lewis tiene un timbre cautivador, envolvente, y con el mordiente que necesita Javert. Poder escuchar a Lea Salonga (Fantine) es un lujo que hizo aún más especial la velada; no se puede ser más precisa, ni cantar con mayor gusto y expresividad. Una auténtica joya. Correcta Katie Hall (Cosette), más que notable Samantha Barks (Eponine), lo mismo que Jennie Garth (Mme. Thénardier). Sobresaliente, con matrícula de honor incluso, el poderoso Enjolras de Ramin Karimloo (el fantasma en Love never dies, la continuación de El fantasma de la Ópera), nota que comparte con Matt Lucas, un divertidísimo Thénardier. Nick Jonas (el gancho de las nuevas generaciones, se supone) estuvo a punto de naufragar en un par de ocasiones (vocalmente está a años luz de sus compañeros de reparto), pero supo llegar a puerto con una muy bonita versión de Empty chairs and Empty Tables. Y en el reparto, nuestro Gerónimo Rauch, que pudo retratarse con los cuatro Valjean antes citados.
Los regalos para el público no se limitaron a esa versión de Bring him home. Estuvo buena parte del reparto original -Michael Ball, Frances Ruffelle, Roger Allam, Alun Armstrong, Rebecca Caine...-, que cantó ese vibrante One day more; Y concluyó la velada con la entrada en el recinto de cientos de chavales que han participado en uno de los proyectos recientes de Cameron Mackintosh -que habló, claro, lo mismo que los autores del musical, Alain Boublil y Claude-Michel Schönberg-: las producciones escolares de Los miserables.
Perdonad la excesiva extensión de este post, pero hoy tenía ganas de contaros que estoy todavía muy emocionado, porque la del domingo fue una de esas noches que no se pueden olvidar.
Me das mucha envidia, pero mucha. No sólo por haber estado en el concierto del O2, sino por esas 20 versiones de la obra. Yo tengo cinco y sigo tan enamorada como el primer día. Tú que has visto tanto espero que me quites el miedo. Ví la representación teatral en Madrid hace 17 años y no he podido volver a verla. Lo haré en Madrid en diciembre y tiemblo de pensar en la nueva versión.
ResponderEliminarGracias por ponernos los dientes largos
Arena
Siempre es difícil pelear contra un recuerdo... Pero creo que la nueva versión mantiene viva la emoción de la obra, que es lo verdaderamente importante. Hay algunas diferencias con respecto a la anterior producción, de las que hablaré uno de estos días; algunas, desde mi punto de vista, a mejor. Otras para peor, pero sigue siendo un gran espectáculo y estoy seguro de que la disfrutarás. Gracias por leerme y por comentar.
ResponderEliminarQué envidia, siento envidia de tí que has visto el musical en tantos sitios y también de los que van a verlo próximamente en Madrid. Quizá algún día me toque el turno.
ResponderEliminarGracias por su post, sr. Bravo. Mi familia y un servidor fuimos a la sesión de la mañana, en el nido de las águilas, penúltima fila del 4º piso, y, encima, nos perdimos los bises, que usted describe, lo cual le agradezco, porque perdíamos el maldito avión que, encima, salió después con una hora de retraso. Sin comentarios, gracias señores de easy-jet.
ResponderEliminarCoincido con sus comentarios sobre el elenco. Opino que en la segunda parte, Nick Jonas tanto en Empty chairs como en A little fall of rain, arregla el desaguisado de la primera parte, donde, a mi entender, no está a la altura en ningún momento. Eso sí, a mi hija de doce años le encantó.
Me gustaría además destacar el papel de los dos críos. Fantástico Gavroche.
Ahora tocará coger el AVE e ir a Madrid, porque en Barcelona no hay noticias de Les Mis, mientras espero ansioso que salga el DVD para ver los extras que me perdí.
Un saludo
Venga a Madrid a verlo, Carles, porque seguro que lo pasará bien, pero no pierda la esperanza de ver Los Miserables en Barcelona... Hágame caso.
ResponderEliminarEs verdad que Gavroche estuvo bárbaro, y me parece de justicia que lo cite
Muchísimas gracias por esta crónica sobre este maravilloso acontecimiento, he disfrutado mucho con su lectura y de alguna manera me ha "trasladado" alli. Para los que no pudimos estar presentes, leer esto nos da una buena idea de lo que debió ser. Espero que saquen este gran concierto en dvd para poder verlo, debió ser algo magnífico.
ResponderEliminarGracias, sr. Bravo, por sus palabras. Que sepa que tiene usted otro seguidor de su blog. Para Jose, el DVD o el Blue-ray ya se pueden reservar en Amazon.co.uk. Está previsto que salga a finales de noviembre. También he leído que van a emitir un programa presentado por Matt Lucas alrededor de su experiencia en Les Mis. Supongo que aquí lo pasarán por Canal Plus.
ResponderEliminarSobre que no pierda de esperanza de ver Los Miserables en Barcelona, le cojo la palabra, aunque permítame que mantenga un cierto escepticismo.
Un saludo
Aunque con un poco de retraso me sumo a las felicitaciones y al agradecimiento por su comentario de tan increíble espectáculo.
ResponderEliminarSiendo bastante jovencito (ahora ya sólo soy joven...) tuve la inmensa suerte de ver este musical por primera vez en su anterior etapa en madrid y me enamoré de él.
Desde entonces llevo años canturreando sus canciones y acumulando material audiovisual. Anoche asistí a uno de los pases en cine de este concierto XXV y no pude contener las lágrimas en varias ocasiones. La primera al comprobar el desastre de subtítulos que colocaron (la versión en castellano en lugar de la original) y las siguientes de pura emoción.
En unas semanas volveré a madrid a disfrutar de mi musical. Sé que lo disfrutaré y me emocionaré una vez más, aunque también me asustan algunos de los cambios introducidos en esta nueva versión. ¿Sale el sol? Bufff...