Pastora Vega y Juan Ribó: Primer tango en Barcelona















Han logrado, aseguran, vivir con esa lupa mediática que agiganta cada uno de sus movimientos desde que se hizo pública su relación, hace unos meses. Ahora, Pastora Vega y Juan Ribó se disponen a vivir sobre el escenario «Una relación pornográfica», título de la obra de Philippe Blasband que protagonizan bajo la dirección de Manuel González Gil. Las funciones comenzarán el viernes próximo en el teatro Apolo de Barcelona, donde estarán hasta el 25 de julio, y después comenzarán una gira por el Norte de España.
La obra, que narra la relación entre una mujer y un hombre, que se conocen a través de un anuncio y que se limita al principio a lo sexual para derivar después en amor, llegó a manos de Pastora hace unos meses. «El proyecto ya llevaba rodando un par de años, y al principio me gustó con reservas; la encontré discursiva y algo monolítica, pero después vi la película basada en la función y que protagonizaron Sergi López y Nathalie Baye y vi que había posibilidades según el montaje que se hiciera».
Juan Ribó se incorporó más tarde a un proyecto que le ha permitido «interpretar por fin a un hombre del siglo XXI. Llevaba muchísimo tiempo con personajes de época y necesitaba una obra así». Del texto de Blasband destaca «lo humanos que son sus personajes, la poesía de lo natural, de la nada», que hay en él.
Que nadie espere una puesta en escena morbosa, advierten los dos. Todo lo contrario; el director, Manuel González Gil («Hoy, «El diario de Adán y Eva», de Mark Twain» y «Por el placer de volver a verla») ha encontrado dentro de esa relación la rendija por la que introducir, aseguran los dos actores, la ternura y la sensibilidad.
El tipo de relación que mantienen él y ella -a los que el autor no pone nombre- remite a la que vivían los protagonistas de «El último tango en París». Hay cierto paralelismo -reconocen-, pero esta función cuenta otras cosas. «Ellos son dos personas de cierta formación, de cierta cultura, normales tirando a interesantes», dice Pastora Vega. La obra no aporta datos sobre los personajes, y los dos actores han tenido que crearles un pasado y un presente. Pastora se ha imaginado a una traductora o una intérprete y Ribó ha pensado en un aparejador, un arquitecto frustrado. «Ninguno de los dos quiere tener datos sobre el otro -cuenta el actor-; cada uno tiene un fantasma sexual concreto». «Es ella la que toma la iniciativa -añade Pastora-, la que está más tocada, y la que asume un rol habitualmente masculino». El amor se acaba imponiendo. «Las relaciones calculadas como ésta y que derivan en otra distinta cobran una doble dimensión por lo inesperado», concluye Pastora.
Foto: Jaime García
ABC, 8 de junio de 2010

Comentarios

  1. He de confesar que me produce cierta pereza este montaje. Creo que es por ellos dos, la verdad más que por el texto o por cualquier otro elementos escénico. La gente puede ir a ver la función por morbo. A mi precisamente ese morbo me tira para atrás. No sé si entre todas las propuestas del Grec (que comienza el domingo), y que me llenan la agenda hasta límites nunca sospechados, podré hacerles un hueco.

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