«Idiota» y El Pavón Teatro Kamikaze


Una de las definiciones de la palabra kamikaze en el Diccionario de la Real Academia Española es: «Persona que se juega la vida realizando una acción temeraria». Los miembros de la familia teatral kamikaze no se juegan la vida -al menos, no literalmente-, al quedarse la gestión del teatro Pavón, pero sí es, a todas luces, una acción temeraria.

Pero el mundo no es de los cobardes, y Miguel del Arco, Aitor Tejada, Israel Elejalde y Jordi Buxó -patriarcas de la familia kamikaze- no le harían honor a su apellido si no se metieran en estos barros de los que, por otro lado, todo hace indicar que van a salir con el traje impoluto.

Mañana es el estreno oficial de su primera propuesta: «Idiota», de Jordi Casanovas, dirigida por Israel Elejalde e interpretada por Gonzalo de Castro y Elisabet Gelabert. Llevan ya unas cuantas funciones previas, en las que han llegado a colgar el cartel de «No hay localidades». Lógico: no había más que acercarse al Pavón (El Pavón Teatro Kamikaze) antes de la función del sábado pasado, a la que acudí, para comprobar la alegre expectación de quienes asistían; entre ellos destacaban los intérpretes de «¡Cómo está Madriz!», el espectáculo que Miguel del Arco dirigió en el teatro de la Zarzuela.

Sí, eran amigos, y otorgaban aires de estreno a la velada, pero sobre todo aire de fiesta, porque de momento (y espero que durante mucho tiempo) hay una unánime y contagiosa simpatía por Kamikaze, por sus propuestas y, especialmente, por sus gentes. Aunque no descarto que, como buenos españoles que somos, las cañas se tornen lanzas a la primera de cambio. Pero no seamos agoreros.

Esta actitud entregada, que esa es la palabra, no es gratuita. Los kamikazes se la han ganado a pulso con sus espléndidos montajes, en primer lugar, pero también con la coherencia de su actitud ante la situación del teatro, su rectitud y su disposición personal para con la profesión.

Y quiero hablar también de «Idiota», su espectáculo inaugural. Se trata de una nueva apuesta por la dramaturgia española contemporánea, que es algo muy de agradecer; porque se presenta además con una producción de altura, con la que se aleja cualquier sombra de teatro off (con todos mis respetos) que pudiera haber en el proyecto. Si éste va a ser el nivel de las propuestas de El Pavón Teatro Kamikaze, va a merecer mucho la pena acercarse por allí.

«Idiota» es un espectáculo redondo, compacto, magnífico. El texto de Jordi Casanovas (autor de «El hombre de las gafas de pasta») es brillante; por ritmo, intención, ingenio y contundencia. Israel Elejalde ha sabido leer sus intenciones, ha confiado ciegamente en el texto (algo no tan frecuente en nuestro teatro) y ha sabido mimarlo y presentarlo al público sin obstáculos, en un montaje de radiante sobriedad, donde cuenta con dos grandes aliados: Eduardo Moreno (escenografía) y Juanjo Llorens (iluminación).

Con idéntico mimo ha tratado a sus actores. Gonzalo de Castro encarna al protagonista, un hombre que acepta ser conejillo de indias de un experimento a cambio de una gran cantidad de dinero; viaja en su interpretación de la euforia nerviosa al patetismo más desolador. Su progresivo desmoronamiento es absolutamente conmovedor. Elisabet Gelabert le aguanta el pulso en el papel de la impertérrita interrogadora. 

«Idiota» es de esas funciones que me recuerdan por qué me gusta el teatro, y por qué me gusta escribir de teatro.

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