Andrés Peláez


Andres Peláez se jubila. O al menos, eso dice. Pero yo no me lo creo. Gente como Andrés no se jubila nunca. Dejará el despacho que ha ocupado durante casi treinta años en el Museo Nacional del Teatro de Almagro, dejará la dirección de una entidad de la que fue comadrona, a la que dio el pecho como una madre y a la que ha seguido alimentando durante todos estos años. Pero jubilarse, jamás. Me alegraré de que Andrés tenga tiempo libre ahora para hacer lo que le plazca, pero espero poder seguir gozando -mucho- de su magisterio, su bonhomía y su ácido y punzante sentido del humor en las puertas de los teatros o en cualquier otro lugar.

La biografía oficial de Andrés cuenta que es de Murcia, que estudió en la Escuela Superior de Magisterio de Murcia y en la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció en Historia del Arte. También que hizo el doctorado en la la Universidad de Sevilla. Dice también que en los setenta creó la Galería Multitud y en los ochenta trabajó como documentalista en el Teatro María Guerrero y en el Teatro de la Zarzuela, y que fue director de exposiciones del Museo Municipal de Madrid, antes de crear el Museo Nacional del Teatro.

Lo que no dice la biografía es que Andrés está perdidamente enamorado del teatro, que es un hombre que se come la vida a bocados, que pocas veces se calla lo que piensa -aunque vale mucho más por lo que calla que por lo que cuenta-, que es una enciclopedia andante, que es generoso y simpatiquísimo. No dice tampoco que tiene una memoria excepcional y una conversación amenísima. No dice que ha conseguido que el Museo del Teatro esté lleno de tesoros (al menos para los aficionados al teatro), ni dice que visitarlo en su compañía es toda una experiencia, porque la salpica de sabrosísimas anécdotas y muestra, sin afectación, su extraordinaria sabiduría. No habla, tampoco, de su lealtad reverencial a sus amigos y del respeto profundo por figuras como José Luis Alonso o Adolfo Marsillach, con los que trabajó estrechamente.

Habrá, supongo, alguien a quien no caiga bien Andrés Peláez. Hay gente que no entiende el sentido del humor y a quien la completa y políticamente incorrecta independencia de este bon vivant murciano no resulta de su agrado. Peor para ellos, no podrán disfrutar de su conversación y de su afecto, dos cosas, lo sé, muy valiosas. ¿Que te jubilas, Andrés? ¡Ja! De todos modos, enhorabuena y gracias.

La foto es de mi buen amigo Miguel Berrocal

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