Love Never Dies

He escuchado el disco del nuevo musical de Andrew Lloyd Webber, "Love never dies", que acaba de estrenarse en Londres. Se trata, como es bien sabido, de la segunda parte de "El fantasma de la ópera", uno de los títulos que cambió la historia del género. Rondaba el músico esta idea desde hace mucho tiempo, pero hasta ahora no ha podido concretarse el proyecto. La respuesta ha sido variada: desde grupos de fans indignados con la "resurrección" del fantasma hasta buenas críticas. El corresponsal de ABC en Londres, Emili J. Blasco, vio la función y ha dicho que es "una más que digna continuación de su precedente. Menos mágico y sobrecogedor que la primera parte, es un musical igualmente romántico, dramático y con unas cuantas melodías pegadizas, entre ellas el aria que da el nuevo título. 
No soy yo muy amigo en general de las segundas partes, salvo que estén previstas desde el planteamiento inicial; no es el caso, porque "El fantasma de la ópera" estaba basada en una novela de Gaston Leroux. Pero no he visto el musical y no tengo elementos de juicio para opinar. Sí lo haré sobre la música, una partitura hermosa en líneas generales. Salvo en determinados apuntes, que son más un perfume que una cita, Lloyd Webber se ha querido alejar de las melodías de su "Fantasma". Y en su música hay fragmentos de una gran suntuosidad orquestal y el compositor mantiene intacta esa inspiración melódica. La canción principal del fantasma, "Till I hear you sing" -la repite como leit motiv a lo largo de la obra- posee corazón y es envolvente; y la que da título al musical, "Love never dies", que canta Christine Daaé, es delicada y hermosa... Claro que no es nueva. La escribió pensando en esta continuación, y como tal la estrenó Kiri Te Kanawa en el concierto londinense en que se rindió homenaje a Lloyd Webber por sus cincuenta años. Pero luego pasó a ser una de las canciones principales del musical "The beautiful game". El músico no se ha podido resistir a rescatarla para la obra para la que fue escrita.
Es por tanto la de "Love never dies" una partitura atractiva, pero a mí me resulta roma, y el dramatismo, esa garra que poseía "El fantasma de la ópera", empalidece en esta grabación. Lo mismo que los intérpretes: bellas voces, notables cantantes, pero faltos -habría que verlos actuar, claro- de una destacable personalidad.

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