Juan Luis Galiardo

Rompo este obligado silencio (estoy recuperándome de un pequeño ictus, como muchos sabréis) impresionado y apenado por la noticia de la muerte de Juan Luis Galiardo, actor por el que profesaba, además de admiración, mucho cariño. Era un hombre grande, en todos los sentidos. Era afectuoso, charlatán, impúdico, inteligente, extrovertido, generoso, excesivo. Todo un personaje... Y al menos por lo poco que le pude conocer, una persona que merecía la pena.

Lo conocí en un despacho cerca de la calle Bravo Murillo, donde imagino que estaba su productora. Iba a estrenar "Las últimas lunas", una obra en la que compartía cartel con su amiga Carme Elías, a la que hizo una hermosa declaración de amor profesional durante la entrevista. Fue una charla... Fue un monólogo profundo, que me hizo llegar tarde a una cita posterior. Juan Luis se vació; creo que era frecuente en él. Iba de un tema a otro, hablaba de su madre, de su época de vaivenes psiquiátricos... Y de teatro.

Coincidimos después tres o cuatro veces hasta el festival de Mérida de 2008, donde encarnó al ciego Tiresias en la versión dirigida por Jorge Lavelli. Era una participación breve, pero sobrecogedora. Después, en la recepción que se da en la parte posterior del teatro romano tras los estrenos, confesaba que llevaba años detrás de este papel. Y sin solución de continuidad, y con el mismo tono, pasó de hablar seriamente de teatro a reclamar su ración de jamón, una de sus razones, bromeó, para querer actuar en Mérida.

Mi último encuentro -estrenos al margen- fue pocos días antes de estrenar "El avaro", de Moliere, en el teatro María Guerrero, donde empezó sus primeros pasos junto a José Luis Alonso. Estaba excitado, feliz, aterrado. Me había llamado unos días antes para que habláramos... "Tú te has interesado hace tiempo por el proyecto -me dijo-, y ahora que está a punto de nacer quiero compartirlo contigo". Una elegante manera de pedir que le hagas una entrevista. Era su segundo encuentro con Lavelli, y le había costado mucho encontrar el personaje. Allí, delante de María Elías, la actriz con la que compartía su vida, me contó sus muchas dudas y su ilusión por poder poner en pie la obra y poder además llevarla a los jóvenes mediante acuerdos con las autoridades educativas de Ayuntamientos y comunidades. 

Con este montaje, dijo, era como empezar de cero. "Esto es lo más hermoso que he hecho. Viendo este personaje me doy cuenta de que estoy preparado para los grandes pesos y por eso quiero estirar esta madurez todo lo que pueda". Lo decía con serenidad y satisfacción. Ha sido su último personaje teatral. Descansa en paz, Juan Luis. Ya puedes continuar tus conversaciones con Rafael Azcona, a quien tanto querías, y reencontrarte con tu madre, tan presente siempre en tu vida.

Comentarios

  1. Me acabo de enterar de la noticia a través de tu entrada en el blog y me da muchísima pena. Sólo una vez lo pude ver sobre las tablas, pero muchas en el cine y la televisión y creo que era un gran actor. Además, por las entrevistas que he visto y leído de él, me caía muy pero que muy bien.

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