Nueva York

He vuelto a Nueva York, una ciudad que sigue fascinándome y a la que, afortunadamente, he podido viajar en varias ocasiones, algunas veces por placer y otras por trabajo (que es también en este caso placer) pero siempre con espectáculos por delante. He visto allí ópera, ballet, teatro, danza contemporánea, musicales, circo, flamenco... Mi primer viaje fue en julio de 1988, invitado por el Ballet Nacional de España, que se presentaba en el Metropolitan; pude pisar el escenario y ver la esplendorosa sala, vacía... Me acuerdo como si fuera hoy mismo. El Nacional presentaba un programa que incluía «Ritmos«, de Alberto Lorca y José Nieto; «Alborada del gracioso», un solo que bailaba José Antonio, entonces director de la compañía, y que había coreografiado José Granero sobre la partitura de Ravel; «Flamenco» y la joya de la corona del BNE, «Medea», coreografía de Granero, dirección de Miguel Narros y música de Manolo Sanlúcar.
Viajaron también a Nueva York conmigo Nieto, Narros, Granero y María de Ávila, que había sido la directora del BNE cuando se creó el programa que se presentaba y cuando se cerró la actuación de la compañía en el emblemático coliseo. Quizás otro día hable en este blog de aquel viaje y aquellas funciones.
Nueva York me parece una ciudad mágica, y me sigo emocionando cada vez que entro en Manhattan y paseo por Broadway, la Séptima, la Quinta... Incluso ese monumento a la horterada que es ahora el tramo de la calle 42 vecino a Times Square, con un infame catálogo de neones que exhiben teatros, comercios y el museo de Madame Tussauds, me produce cierta ternura.
Ya no puedo pasarme horas revolviendo en las estanterías de las tiendas de discos como hacía siempre, porque apenas existen; incluso la gran Virgin megastore de Times Square ha desaparecido; tampoco está ya la emblemática librería Barnes & Noble, donde también he pasado mucho tiempo (ahora hay un Century 21th, esos almacenes -sí, claro que he estado- con bajísimos precios). Hay muchos cambios, pero ninguno le ha quitado ni un ápice de magnetismo a una ciudad que transmite una energía distinta a todos los lugares donde he estado, que luce (será el neón) de manera diferente; que, como reza el tópico, nunca duerme... Y que tiene, y para mí es lo más importante, la más atractiva cartelera teatral del mundo. Sin ir más lejos, estos días pueden verse (o están a punto de estrenarse) solo en el circuito comercial de Broadway más de cuarenta espectáculos, desde musicales clásicos como «Porgy and Bess», «Anything goes», «Chicago», «Evita» o «Jesucristo Superstar» a producciones recientes como «Spiderman» -la costosa y polémica superproducción- «Wicked» o «The book of mormon»; obras como «The best man», de Gore Vidal; «A streetcar named Desire», de Tenneessee Williams; «Death of a salesman», de Arthur Miller; o «War Horse», la obra de Michael Morpurgo en la que se ha basado Steven Spielberg.
Y, claro, con nombres excepcionales en los carteles: Sutton Foster, Joel Grey, Candice Bergen, Kerry Butler, James Earl Jones, Angela Lansbury, John Larroquette, Jefferson Mays, Eric McCormack, Michael McKean, John Lithgow, Margaret Colin, Boyd Gaines,  Philip Seymour Hoffman, Linda Emons, Andrew Garfield, Jennifer Tilly, Elena Roger, Ricky Martin, Audra McDonald, Norm Lewis, Nick Jonas, Raúl Esparza, Matthew Broderick, Blair Underwood, Nicole Ari Parker, Daphne Rubin-Vega, Wood Harris, Cynthia Nixon... 
No hay palabras... Pero como vivo de ellas, en próximas entradas os contaré mis impresiones sobre el Flamenco Festival (una edición verdaderamente extraordinaria), «Spiderman» y «Porgy and Bess». No os haré esperar, lo prometo.

Comentarios

  1. Espero una entrada sobre la salida de quien ha dado al teatro de Madrid más de lo que podemos imaginar. Mario Gas se larga, en realidad le largan, tras ocho años de gestión impecable al frente de un teatro que renovó de una manera asombrosa. Llega Natalio Grueso como recadito del PP madrileño al díscolo Álvarez-Cascos. Nada contra él, aunque prefiero a un hombre de teatro, que vive para y por esta profesión. La llegada de Ana Botella a la alcaldía es a Madrid lo que Álvarez-Cascos a Asturias. Si no, al tiempo. Como entrante, ya se ha cargado a la principal figura del teatro de esta ciudad. Nunca salimos del caciquismo de principios de siglo.

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  2. Tendrás la entrada... La tenía ya en mente. Gracias

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  3. Estas entradas me dan envidia, espero poder recorrer un día la ciudad por mí misma y presenciar también algún espectáculo en ella.

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