Ancianos a todo ritmo
En apenas unos días, y con la necesidad de rellenar un hueco vacío en la programación de un teatro alemán, nació este «Forever Young» (Jóvenes para siempre), que los miembros de Tricicle vieron en Oslo, casi por casualidad, durante un día de descanso entre funciones. Tanto les cautivó la propuesta —incluso sin entender los diálogos— que inmediatamente decidieron traerla a España. Menos de un año después de aquella «revelación», la función habita en la Gran Vía.
«Forever Young», cuya acción está situada en el año 2050, cuenta la historia de un grupo de ancianos cuyo nexo en común es que en su juventud fueron artistas. Ahora viven en un asilo y una enfermera con vocación de sargento les ha llevado a un viejo teatro para avivar sus recuerdos. Lo que allí pasa es la excusa para que por la función desfilen, íntegras o fragmentadas, un puñado de canciones que
forman parte de la historia reciente de la música. No pretende «Forever Young» otra cosa que entretener y hacer reir al público durante un par de horas; Tricicle ha logrado un espectáculo ligero, divertido y ameno, así que puede hablarse de objetivo cumplido —algo de lo que otras producciones de mucha
mayor ambición no pueden presumir—. La intervención del trío catalán —Joan Gràcia, Paco Mir y Carles Sans— es sutil pero notoria, y en su montaje está impreso su humor gamberro y descarado, su sentido del ritmo y de la comedia y su capacidad extraordinaria de comunicación con el público.
Pero es la energía y la calidad de los siete intérpretes el principal activo de este espectáculo; son seis actores jóvenes quienes encarnan a los ancianos recluidos en el asilo —curiosamente, otra función en cartel, «La avería», dirigida por Blanca Portillo, emplea el mismo recurso—. María Adamuz, Jacobo Dicenta, Dulcinea Juárez, Armando Pita, Rubén Yuste y el pianista Marcos Cruz componen con acierto sus pretendidamente caricaturescos personajes, a los que Tricicle ha dotado de humanidad y ternura. En el plano vocal, además —ahí hay que sumar a la enfermera, Edith Salazar—, ofrecen los cinco, y especialmente Dulcinea Juárez y Rubén Yuste, éste en un desternillante «medley», su magnífica categoría y expresividad.
ABC, 25-III-2011
«Forever Young», cuya acción está situada en el año 2050, cuenta la historia de un grupo de ancianos cuyo nexo en común es que en su juventud fueron artistas. Ahora viven en un asilo y una enfermera con vocación de sargento les ha llevado a un viejo teatro para avivar sus recuerdos. Lo que allí pasa es la excusa para que por la función desfilen, íntegras o fragmentadas, un puñado de canciones que
forman parte de la historia reciente de la música. No pretende «Forever Young» otra cosa que entretener y hacer reir al público durante un par de horas; Tricicle ha logrado un espectáculo ligero, divertido y ameno, así que puede hablarse de objetivo cumplido —algo de lo que otras producciones de mucha
mayor ambición no pueden presumir—. La intervención del trío catalán —Joan Gràcia, Paco Mir y Carles Sans— es sutil pero notoria, y en su montaje está impreso su humor gamberro y descarado, su sentido del ritmo y de la comedia y su capacidad extraordinaria de comunicación con el público.
Pero es la energía y la calidad de los siete intérpretes el principal activo de este espectáculo; son seis actores jóvenes quienes encarnan a los ancianos recluidos en el asilo —curiosamente, otra función en cartel, «La avería», dirigida por Blanca Portillo, emplea el mismo recurso—. María Adamuz, Jacobo Dicenta, Dulcinea Juárez, Armando Pita, Rubén Yuste y el pianista Marcos Cruz componen con acierto sus pretendidamente caricaturescos personajes, a los que Tricicle ha dotado de humanidad y ternura. En el plano vocal, además —ahí hay que sumar a la enfermera, Edith Salazar—, ofrecen los cinco, y especialmente Dulcinea Juárez y Rubén Yuste, éste en un desternillante «medley», su magnífica categoría y expresividad.
ABC, 25-III-2011
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