El Rey León
Quienes seguís este blog -de nuevo, ¡gracias!- sabéis la pasión que siento por «El Rey León» desde que vi el musical en Nueva York, hace catorce años, así que comprenderéis la emoción de poder verlo ahora en Madrid. El viernes pasado publiqué en ABC la crítica de la producción española del espectáculo (http://www.abc.es/20111025/cultura/abci-criticaelreyleon-201110251933.html), pero quiero resumir aquí, de una manera más personal, mis sensaciones e impresiones sobre el montaje.
De la producción en sí, poco más que decir que no haya dicho antes: que es una catarata de imágenes, un fascinante derroche de imaginación, un espectáculo de una inteligencia extraordinaria, mimado al detalle, con un vestuario de una riqueza deslumbrante y una inigualable colección de marionetas, máscaras y muñecos que conforman una impresionante reino animal. «El reino de la fantasía», como titulé mi crítica en ABC.
El Lope de Vega (espléndidamente reformado) no es el teatro ideal para presentar «El Rey León», y los productores españoles (Julia Gómez Cora, directora de Stage, ha peleado lo indecible para traer este espectáculo a nuestro país) han tenido que usar el calzador para que pudiera entrar todo. El montaje es gigantesco, pero lo que ve el público es únicamente la punta del iceberg de una producción que tiene un espectacular trasiego interior. En este sentido, no ha podido hacerse que la Roca surja desde el subsuelo, como ocurre en el montaje original, sino que aparece desde uno de los laterales; pero no es algo que sea tan importante como en principio podría parecer. Sí sufren las escenas corales, que presentan una mayor confusión y abigarramiento (el espectáculo se ve mejor desde el primer piso que desde el patio de butacas). Son, no obstante, inconvenientes que no merman la grandeza del espectáculo.
Me confesaba Julia Gómez Cora que en ninguna de sus anteriores producciones había sido tan difícil completar el reparto. Se han realizado audiciones en varios lugares del mundo y por ellas han pasado más de cinco mil personas. Finalmente, se ha reunido a un elenco multicultural e internacional, con diversas nacionalidades entre los principales intérpretes, que proceden de Panamá, Italia, México, Suráfrica o Cuba. He escuchado quejas entre algunos actores españoles por este hecho, y no me parece del todo justo. La productora está en su derecho de buscar fuera de nuestro país a los intérpretes que considere más idoneos para cada espectáculo, y «El Rey León» requiere de un reparto muy particular. Otra cosa es que lo de fuera no supere a lo de dentro, como posiblemente sucede en algunos casos. La cuestión de los acentos, que en actores como Daniella Pobega o David Comrie se notan todavía mucho, me parece también un problema muy menor.
El nivel general de los protagonistas, lo decía en la crítica, es correcto. Me gusta especialmente, y creo que en este sentido es lo mejor de la función, Carlos Rivera, un mexicano que hizo carrera en aquel país tras su paso por Operación Triunfo, y que interpreta a Simba. Curiosamente, ha sido el personaje más difícil de adjudicar, y su elección es acertadísima. Tiene presencia, atractivo, una voz luminosa... Todo lo que hay que pedirle a Simba, el «más protagonista» de una obra muy coral. También Sergi Albert está espléndido en un papel, el de Scar, en principio alejado de sus características y con una exigencia interpretativa mayor de lo que estaba acostumbrado, pero al que se ha amoldado perfectamente.
De entre todos los comentarios que he escuchado sobre el musical, la mayor polémica la provoca el exagerado acento andaluz que le han adjudicado al personaje de Timón (David Ávila); a mí, particularmente, no me molesta ni me parece un horror como he escuchado decir a alguna persona, pero me parece absolutamente innecesario y no aporta nada; creo que distrae más que ayuda, pero he de decir que el día de la función de prensa a la que acudí el público se rió mucho con este personaje.
Pienso también que Jordi Galcerán ha realizado un espléndido trabajo con la traducción. Como siempre, hay personas (empezando por mi sobrino Pablo) que echan de menos las letras de la versión española de la película, pero los textos de Galcerán tienen naturalidad y son cantables.
Y creo que no se me olvida nada... Os recomiendo que no os lo perdáis (sé que los precios son muy altos, pero merece la pena), reitero mi admiración ilimitada hacia Julie Taymor y deseo, como manda la tradición, larga vida al Rey (León).
De la producción en sí, poco más que decir que no haya dicho antes: que es una catarata de imágenes, un fascinante derroche de imaginación, un espectáculo de una inteligencia extraordinaria, mimado al detalle, con un vestuario de una riqueza deslumbrante y una inigualable colección de marionetas, máscaras y muñecos que conforman una impresionante reino animal. «El reino de la fantasía», como titulé mi crítica en ABC.
El Lope de Vega (espléndidamente reformado) no es el teatro ideal para presentar «El Rey León», y los productores españoles (Julia Gómez Cora, directora de Stage, ha peleado lo indecible para traer este espectáculo a nuestro país) han tenido que usar el calzador para que pudiera entrar todo. El montaje es gigantesco, pero lo que ve el público es únicamente la punta del iceberg de una producción que tiene un espectacular trasiego interior. En este sentido, no ha podido hacerse que la Roca surja desde el subsuelo, como ocurre en el montaje original, sino que aparece desde uno de los laterales; pero no es algo que sea tan importante como en principio podría parecer. Sí sufren las escenas corales, que presentan una mayor confusión y abigarramiento (el espectáculo se ve mejor desde el primer piso que desde el patio de butacas). Son, no obstante, inconvenientes que no merman la grandeza del espectáculo.
Me confesaba Julia Gómez Cora que en ninguna de sus anteriores producciones había sido tan difícil completar el reparto. Se han realizado audiciones en varios lugares del mundo y por ellas han pasado más de cinco mil personas. Finalmente, se ha reunido a un elenco multicultural e internacional, con diversas nacionalidades entre los principales intérpretes, que proceden de Panamá, Italia, México, Suráfrica o Cuba. He escuchado quejas entre algunos actores españoles por este hecho, y no me parece del todo justo. La productora está en su derecho de buscar fuera de nuestro país a los intérpretes que considere más idoneos para cada espectáculo, y «El Rey León» requiere de un reparto muy particular. Otra cosa es que lo de fuera no supere a lo de dentro, como posiblemente sucede en algunos casos. La cuestión de los acentos, que en actores como Daniella Pobega o David Comrie se notan todavía mucho, me parece también un problema muy menor.
El nivel general de los protagonistas, lo decía en la crítica, es correcto. Me gusta especialmente, y creo que en este sentido es lo mejor de la función, Carlos Rivera, un mexicano que hizo carrera en aquel país tras su paso por Operación Triunfo, y que interpreta a Simba. Curiosamente, ha sido el personaje más difícil de adjudicar, y su elección es acertadísima. Tiene presencia, atractivo, una voz luminosa... Todo lo que hay que pedirle a Simba, el «más protagonista» de una obra muy coral. También Sergi Albert está espléndido en un papel, el de Scar, en principio alejado de sus características y con una exigencia interpretativa mayor de lo que estaba acostumbrado, pero al que se ha amoldado perfectamente.
De entre todos los comentarios que he escuchado sobre el musical, la mayor polémica la provoca el exagerado acento andaluz que le han adjudicado al personaje de Timón (David Ávila); a mí, particularmente, no me molesta ni me parece un horror como he escuchado decir a alguna persona, pero me parece absolutamente innecesario y no aporta nada; creo que distrae más que ayuda, pero he de decir que el día de la función de prensa a la que acudí el público se rió mucho con este personaje.
Pienso también que Jordi Galcerán ha realizado un espléndido trabajo con la traducción. Como siempre, hay personas (empezando por mi sobrino Pablo) que echan de menos las letras de la versión española de la película, pero los textos de Galcerán tienen naturalidad y son cantables.
Y creo que no se me olvida nada... Os recomiendo que no os lo perdáis (sé que los precios son muy altos, pero merece la pena), reitero mi admiración ilimitada hacia Julie Taymor y deseo, como manda la tradición, larga vida al Rey (León).
Poco mas se puede decir, comparto plenamente tu opinión al 100%!! Larga vida al rey!! ;-)
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