Antonio Canales

Admiro y aprecio a Antonio Canales desde hace mucho tiempo. Es uno de los más grandes artistas del baile flamenco, pero su cabeza no siempre ha sabido estar a la altura de su talento; en realidad, esto último ha ocurrido en muy escasas ocasiones. Y las imágenes que han inundado las televisiones en los últimos días, y que imagino que darán que hablar durante unas cuantas semanas más, van a enterrar un poco más al artista, devorado por un personaje que me parece, perdón por el adjetivo, repulsivo.
Al hilo de este escándalo me ha venido a la mente la figura de Antonio Ruiz Soler, tan grande que no necesitaba de apellido: era Antonio el bailarín. Tuve ocasión de conocerle y de compartir con él varias veladas, siempre gracias a María Rosa, como conté hace poco tiempo en este mismo blog. Al concluir una de aquellas cenas, Antonio dijo que nos fuéramos a Zambra, a ver a Antonio Canales. «¡Ese sí es un artista de verdad!», recuerdo que dijo. Le admiraba, decía, por su genio interior, por la sinceridad de su baile, por su duende, por su magnetismo.
Antonio Ruiz Soler fue una figura irrepetible, uno de esos artistas distintos, siempre luminosos, imaginativo e innovador. Su huella en la danza española es imborrable, pero en sus últimos años se convirtió en su peor enemigo. En los años ochenta fue mucha su exposición pública en las fiestas que se celebraban en Marbella y al calor de su figura se acercaron un buen número de aprovechados de los que no supo (quizás no quiso) defenderse, y que colaboraron a que el personaje fuera erosionando poco a poco la memoria del artista. Tampoco sus declaraciones ayudaron a evitarlo.
A Canales le ha pasado algo parecido. No hay dos artistas comparables, y probablemente su trascendencia en la danza española nunca hubiera sido igual que la de Antonio, pero su talento es extraordinario. Hace siete u ocho años, en una gala en el City Center neoyorquino, bailó después de que lo hiciera Farruquito, el gran fenómeno de aquel momento. Éste había dado un recital de nervio y arrebato flamenco. Canales, con veinte años más que él, pasado de peso, entró desde uno de los laterales y caminó, despacio, muy despacio, hacia el centro del escenario... Para mí, hubo mucho más arte en ese paseo que en todos los giros y zapateados de Farruquito.
Creo que a Antonio le ha perjudicado notablemente la rivalidad con Joaquín Cortés. Éste, antes de enredarse en esa narcisista espiral que no le ha dejado crecer como hubiera sido de desear, tuvo el favor de la prensa (también de la del corazón, para quien fue un entretenido juguete) y del público, y Canales -que me corrijan si me equivoco- se enceló. Dentro del mundo del baile, los partidarios de Antonio superaban a los de Joaquín (no era mi caso,), pero popular y mediáticamente la repercusión de éste era mucho mayor. Y eso, junto con su propia inestabilidad, su inseguridad y muchos malos consejos, han ido erosionando una imagen que -¡ojalá no sea así!- puede haber sellado ya su defunción.

Comentarios

  1. Como Julio sabe yo, al contrario que él, no sé nada más que de un poco de historia de la Danza Española, y que hasta ahora sólo he ´utilizado´ -pero creo que no abusado-, para buscarme un hueco que me place inmensamente dentro del mundo de las artes de nuestro país, y que, dicho sea de paso, sigue estando apenas explotado - ni cultural, ni económicamente en estos tiempos en los que la crisis es un invento, un querer no poder, más que una realidad puramente dicha.

    Creo que en nuestro país, y nos place, somos malos, somos castigadores con nosotros mismos; y nos flagelamos como lo hacen otros -digamos los ingleses, por poner un ejemplo bien cercano y bien conocido para mí.

    Sólo que en España, a diferencia de los ingleses en su reagrupación, ultimately, y pase lo que ocurra, en vez de ir de la mano, como lo hacen los deportistas de élite de nuestro querido país, nos vamos dando codazos, a cual mejor y más doloroso: ¡TOMA!, ¡PUMBA!, ¡PLAFF!... ostión!.

    Y quizá, y sólo quizá pues no tengo perspectiva, aún, para poder dar un juicio subjetivo y justo, esto es lo que ocurre, también, con nuestra Danza Española.

    En vez der ´jugar´ de la mano, ¡no!, vamos a hundir al vecino para que ni éste, ni yo, nos podamos REPARTIR el pastel, y eso, a mí, me da lástima en un país con tanto talento repartido por todos los ámbitos de la sociedad, y la Cultura.

    Decía el otro día un buen amigo mío que le está bien merecido, a Antonio, por todo lo que él ha aportado al juego del codazo y critiqueo. Seguro esto es verdad, pero me queda la pregunta: ¿hasta cuándo? ¿Cuándo será el día que, como muchos otros ya, nos demos cuenta de que LA UNIÓN HACE LA FUERZA?

    Para que se siga defendiendo con mayúsculas de nombre propio, porque lo tiene: ¡qué viva la Danza Española! La danza que auna los 4 grandes estilos de danza de mi país; y, ¡qué vivan los artistas españoles! que como tal defienden su arte y no sólo sus intereses personales/profesionales.

    Porque en la defensa, TODOS A UNA, como gusta decir in Spain (que no consumar mayoritariamente..!) se sienten de una vez las bases más fuertes y poderosas que aún no sacamos a la luz del mundo como deberíamos, con continuidad y lo que nos sobra, talento e imaginación!

    Gracias Julio por inspirar mi conocimiento del arte español y de la danza de nuestro país.

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